Estamos en el año 1925, cuando mi abuelo Tomás Guillamón Abenza decidió dedicarse en su municipio, Ricote, a la compra-venta y distribución de vino del Campo de Ricote, tierras de secano donde se producían unos excelentes vinos de uvas casi pasas de la variedad Monastrell.
A continuación, allá por el año 1960, fue mi padre Tomás Guillamón Ortega quien empezó, junto con la familia Garrido-Avilés, a elaborar en el paraje de Berrandino (corazón del campo de Ricote) unos vinos de estructura excepcional y muy característicos de la zona con alta graduación y residuos de azúcares que le daban la impronta y personalidad a las Bodegas.
Después, por el año 1983, comienza la andadura de la tercera generación en mi persona, Tomás Guillamón Sánchez, que siguiendo la tradición y la línea de la Bodega, tanto en seriedad como en fidelidad a sus clientes estamos produciendo unos vinos de alta calidad con los métodos más modernos, no por ello menos eficaces, que cuando el cliente los prueba siempre le recuerdan su lugar de procedencia.
Por último y con mucha ilusión, entra con fuerza en 2014 la cuarta generación con mi hijo, Juan Carlos Guillamón Torres, que poniéndole las pilas a la Bodega empieza a embotellar, en formatos que hasta ahora no realizaba la Bodega, unos vinos para todos los públicos respetando siempre los valores de la Bodega y su lema principal: “Máxima CALIDAD a precio FAMILIAR”.